08 octubre 2008

Hoy Frescura






Photo by Pongo
Hoy frescura, movimiento y vida,
Lluvia
Aprovecharon los sapos para bailar desnudos
Las nubes para hincharse de llanto
Las fachadas de las casas y las calles que venían planas e inclinadas y se unían y formaban mares de barrios cada uno con sus gritos, cada camino recorrido con su sucio de experiencias.
Se lavaron…
Eran esqueletos y almas
Cuerpos vacios, con letreros gigantes de: nos estamos mudando
A esos el agua les acaricio en vano, o quizás los enjugo de una esperanza que no sentían
Y se hacían fuertes los ventarrones, con la intensidad de cerrar pasillos puertas, de limpiar mentiras, de lustrar corazones que luego brillarían con el sol naciente.
Estaban aquellos que temían de la dicha, los que veían por el agujero que esta entre su ego y el mundo.
Los que eran soles se apagaron, sus llamas flaquearon, ante la humedad, dejándoles saber a los que habían sido opacados por su radiante luz, bueno dejándoles ver cenizas.
Ya se formaban charcos en las sienes no del líquido, de dudas.
Era incesante, como llamadas al 911
Era la lluvia, o fue la voz de mi corazón lo que llego sin nunca haberse ido
Sentía bolas inmensas de palabras atascadas en mi garganta, agrietadas del dolor, las veía saliendo de la boca formando tormentas de explicaciones por lo que nunca dije.
Y si son lágrimas estas, que hoy como una tempestad variaron mi forma de verlo todo, entonces no debo de decir mucho, porque del sufrimiento solo se sale cuando llueve.

Y hoy llovía desde lo profundo,
De entre ese combate de azules y grises que se fueron desligando hasta que las inconformidades se rebosaron y como acuarela de mí ser, hoy y para siempre se mudan de mi cuerpo al tuyo, tal vez para que comprendas como una vez fue lo que no explique porque nunca entenderías.
Cuando empiece a llover en tu mundo, entonces ya no recordaremos lo que fuimos con sol o luna, ya no seremos x, y, no tendré que depender de tu bola de palabras vestidas de promesas escazas de realidades y hechos.
Porque la lluvia sutil o fuerte, nos arrastro de un puerto a otro y hoy los barcos que arriban al tuyo, no son los mismo que parten del mío. Y por fin comprendes que las mercancías de los piratas no son realmente sus tesoros.




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