23 enero 2007

Erase una vez...

El vaivén de los caracoles en la arena azucarada
Mezcla de agua salada y espuma blanquecina persiguen su paso
Sus pequeñas huellas borradas por la brisa cargada de salitre y de amores pasados
Se encorva, se enrolla y se desenrolla
Tímido, callado, sin perjuicios, sin miedos
Lentamente se despoja el caracol de su pesado cascaron
Sus antenas apuntan la meta y su esfuerzo se empieza a notar
Ya ha dejado una pulgada atrás las bravas olas del mar de sus amores
El sol repercutiendo en su flagelado cuerpecito
El sonido embravecido y estrepitoso del agua chocando las rocas
El aleteo de las gaviotas parece ser un espectáculo
Que ira pensando entre cada paso, entre ese movimiento casi estático que lo promete llevar a un lugar seco y seguro, donde halla olvido para tantas penas, donde los días de verano ya no le recuerden tiempos pasados.
Tiene la certeza el caracol sabio de que hay que luchar y dejar los brazos en la batalla si es preciso, tiene el coraje de no girar ni un segundo hacia atrás, tiene prisa, esta cansado, lo duda mas de dos veces… pero continua y continúan en sus recuerdos las mareas y los días de quietud. Hace poco el caracol decidió abandonar el dolor que le causa el amor ajeno, su pasión por el mar que no le pertenece lo saco de quicio y le duele, le duele no tener fuerzas para luchar mas por el azul de sus sueños. Huir, esconderse, ir en busca de nuevos azules o verdes, ir casi cayendo…sin duda el caracol merecía mejores cosas, y sabia que en este caso escapar no era un acto de cobardía, como muchos así decían, era mas bien el único respiro de un posible olvido y la llegada de la primavera para todos.
Mil veces la vida quiso que el caracol siguiera su corazón, la conciencia del daño que podía ser le impidió el regreso; ya va llegando el caracol a su destino, ya va dejando los recuerdos dormidos. Nunca llego, lamentablemente el caracol… un salvavidas lo aplasto con su pie poco antes de que este entendiera que darle la espalda al amor, sin intentar conquistarlo es como una muerte lente, que se sufre, se calla y se espera, hasta que cuando nada puedes hacer notas lo poco que te falto para ser correspondido. No seas cobarde caracol, no dudes de tu grandeza. Que cuando el sol se acuesta tras las aguas negras del mar, los dos me cuentan el secreto, de que nunca quisiste hablar.

5 comentarios:

Alguien dijo...

Karolina; valla q estas creciendo y valla q contigo ya tengo el libro q venia buscando :-)

Wasarry dijo...

Me gusta el relato, el manejo que le das a la literatura en el es muy bueno..que bueno que regresaste!

jeankarlo dijo...

muy bueno.. ;)

Unknown dijo...

Saludos Carolina.

Gracias por compartir lo que escribes, me gusta mucho tu estilo y tambien tus palabras.

un abrazo.

Alguien dijo...

Niña, los sueños son como los alimentos en un refrigedadro, dentro de nosotros duran mas en dañarce y como no le hacemos caso, se mantienen en su leta prosecion, hasta q un dia, hastiados del mal olor, descubrimnos q esa fruta olvidada termino infectando todo lo q habia dentro.